Kaikías es la playa a la que llegan los restos de una imaginación que ya cruje y se descuaderna.




Kaikías es el nombre que pusieron los antiguos griegos al tempestuoso viento del nordeste.

Según Román, la etimología más aceptada lo relaciona con el río Kaikos, en Eolia, aquella región de Asia Menor que vio nacer la poesía lírica, donde está la comarca de Troya. Fue en la mítica isla flotante de Eolia donde Ulises recibió del mismísimo Eolo el cuero de un buey de nueve años en el que estaban encerrados todos los vientos desfavorables para la navegación y que el propio señor de los vientos ató a la nave del héroe con un reluciente hilo de plata, de manera que no saliese ni el menor soplo.

Plutarco menciona a Kaikias, el frío viento de Hispania que "comienza por la mañana como un soplo suave, y poco a poco, conforme el sol adelanta, va siendo más y más fuerte". De ahí viene el nombre de cierzo.

Actualmente, los griegos llaman Kaikías a las pequeñas embarcaciones que comunican unas islas con otras.